(tranvía 28 -que sube a la Alfama- bajando la Calçada Nova de Sao Francisco -arranque del Chiado por el Sur-)
Si el Marqués de Pombal encargó al arquitecto Sebastiao de Melo la reconstrucción tras el terremoto, la República encargó al arquitecto más reconocido de Portugal, Álvaro Siza Vieira, la reconstrucción tras el incendio.
El arquitecto de Oporto se empeñó en que la reconstrucción del Chiado fuese constituido una victoria de los que pretendían su recuperación frente a los que querían la construcción de unos edificios nuevos sin ninguna relación con la estructura de la zona. El Chiado era un barrio a recuperar, decisión que ha coincidido con la de la mayoría de los políticos y de la mayoría de los lisboetas y portugueses, en general.
Os traemos unas imágenes, a día de hoy, que esperamos que os gusten.
En uno de los solares del inciendio y en el arranque por abajo de la Rua Garret, se contruyeron los Arnmazens do Chiado. Una gran zona comercial tipo Mall angloamericano.
Hace 21 años, el 25 de Agosto de 1988, se produjo un gravísimo incendio en la Rua do Carmo de Lisboa. El incendio dura desde la madrugada hasta el comienzo de la tarde. Destruye una parte importante del centro histórico de Lisboa, entre la llamada Baixa Pombalina y el Chiado, corazón de la Lisboa romántica y de principios del siglo. Es la que inmortalizó, entre otros escritores, Fernando Pessoa.
Parece que fortuito. El incendio comenzó a a las tres de la madrugada en los grandes almacenes Grandela, situados en la Rua do Carmo. El fuego se extiende con gran rapidez: se propaga manzana a manzana a todos los edificios situados en el cuarilátero de las calles Do Ouro, Do Carmo, Garrett, Sacramento, Ivens y Nova de Almada. El calor intenso provocaba explosiones que desmoronaban muros y paredes, transformando cada edificio antiguo, con maderas viejísimas, en chimeneas.
Todo el mundo sabía, o debía saber, que el centro viejo era un lugar de alto riesgo ante la concentración de edificios antiguos, tiendas y oficinas repletas de material fácilmente combustible y calles estrechas que no permitían a los coches de bomberos circular y maniobrar.
El resultado: Decenas de edificios, centenares de comercios y pequeñas empresas destruidos, más de 2.000 trabajadores sin empleo, 3.000 vecinos evacuados.
El fuego se llevó por delante la casa Valentim e Carvalho, la más antigua editora de música de Lisboa, en la calle Nova do Almada, con todos sus archivos, que representaban buena parte de la memoria musical de la ciudad. Las más valiosas grabaciones se salvaron de milagro porque recientemente se había procedido a su traslado... por el riesgo de incendio que suponían.
Las calles do Carmo, Garret, Nova do Almada, Crucifixo, Ivens y Sacramento, cuyos nombres entraron en el patrimonio universal de la mano de Pessoa, Camilo Castelo Branco, Eça de Queiroz, Almeida Garret y tantos otros grandes de la literatura portuguesa, se convirtieron en una sucesión de fachadas huecas
Algunos buscan un relativo consuelo imaginando lo que podía haber sido destruido y llegó a estar seriamente amenazado: la Biblioteca Nacional, el teatro San Carlos, las preciosas iglesias de los Mártires y de Loreto, el viejo Gremio Literario, el Gobierno Civil, el ascensor de Santa Justa, el Museo Arqueológico de Carmo...
El entonces primer ministro y hoy presidente de la República, Anibal Cavaco Silva, ante la desgracia, reprodujo las palabras del Marqués de Pombal tras la desgracia del terremoto de 1755: "¿Y ahora? Se entierra a los muertos y se da de comer a los vivos. Luego se reconstruye la ciudad."
Parece que fortuito. El incendio comenzó a a las tres de la madrugada en los grandes almacenes Grandela, situados en la Rua do Carmo. El fuego se extiende con gran rapidez: se propaga manzana a manzana a todos los edificios situados en el cuarilátero de las calles Do Ouro, Do Carmo, Garrett, Sacramento, Ivens y Nova de Almada. El calor intenso provocaba explosiones que desmoronaban muros y paredes, transformando cada edificio antiguo, con maderas viejísimas, en chimeneas.
Todo el mundo sabía, o debía saber, que el centro viejo era un lugar de alto riesgo ante la concentración de edificios antiguos, tiendas y oficinas repletas de material fácilmente combustible y calles estrechas que no permitían a los coches de bomberos circular y maniobrar.
El resultado: Decenas de edificios, centenares de comercios y pequeñas empresas destruidos, más de 2.000 trabajadores sin empleo, 3.000 vecinos evacuados.
El fuego se llevó por delante la casa Valentim e Carvalho, la más antigua editora de música de Lisboa, en la calle Nova do Almada, con todos sus archivos, que representaban buena parte de la memoria musical de la ciudad. Las más valiosas grabaciones se salvaron de milagro porque recientemente se había procedido a su traslado... por el riesgo de incendio que suponían.
Las calles do Carmo, Garret, Nova do Almada, Crucifixo, Ivens y Sacramento, cuyos nombres entraron en el patrimonio universal de la mano de Pessoa, Camilo Castelo Branco, Eça de Queiroz, Almeida Garret y tantos otros grandes de la literatura portuguesa, se convirtieron en una sucesión de fachadas huecas
Algunos buscan un relativo consuelo imaginando lo que podía haber sido destruido y llegó a estar seriamente amenazado: la Biblioteca Nacional, el teatro San Carlos, las preciosas iglesias de los Mártires y de Loreto, el viejo Gremio Literario, el Gobierno Civil, el ascensor de Santa Justa, el Museo Arqueológico de Carmo...
El entonces primer ministro y hoy presidente de la República, Anibal Cavaco Silva, ante la desgracia, reprodujo las palabras del Marqués de Pombal tras la desgracia del terremoto de 1755: "¿Y ahora? Se entierra a los muertos y se da de comer a los vivos. Luego se reconstruye la ciudad."
Si el Marqués de Pombal encargó al arquitecto Sebastiao de Melo la reconstrucción tras el terremoto, la República encargó al arquitecto más reconocido de Portugal, Álvaro Siza Vieira, la reconstrucción tras el incendio.
El arquitecto de Oporto se empeñó en que la reconstrucción del Chiado fuese constituido una victoria de los que pretendían su recuperación frente a los que querían la construcción de unos edificios nuevos sin ninguna relación con la estructura de la zona. El Chiado era un barrio a recuperar, decisión que ha coincidido con la de la mayoría de los políticos y de la mayoría de los lisboetas y portugueses, en general.
Os traemos unas imágenes, a día de hoy, que esperamos que os gusten.
Un tranvía saliendo de la Rua Garret por arriba, delante de la Igreja do Loreto.
Una tienda de época en la Rua Garret.
En el café preferido de Fernando Pessoa, "A Barasileira" (en la Rua Garret) justo el año del incendio se inauguró esta estaua del poeta, junto al que en la silla libre se ha sentado Ezequiel.
La entrada del Café "A Brasileira".
Y Ezequiel a la entrada del Café.
La Rua do Carmo, donde se originó el incendio, que se ha convertido en una calle comercial. Vista desde delante de los Armazens do Chiado. Se observa el pasillo que lleva al barrio alto a través del elevador de Santa Justa.
Delante del elevador, en el cruce de Rua do Carmo con Rua Santa Justa.
En el café preferido de Fernando Pessoa, "A Barasileira" (en la Rua Garret) justo el año del incendio se inauguró esta estaua del poeta, junto al que en la silla libre se ha sentado Ezequiel.
La entrada del Café "A Brasileira".
Y Ezequiel a la entrada del Café.
La Rua do Carmo, donde se originó el incendio, que se ha convertido en una calle comercial. Vista desde delante de los Armazens do Chiado. Se observa el pasillo que lleva al barrio alto a través del elevador de Santa Justa.
Delante del elevador, en el cruce de Rua do Carmo con Rua Santa Justa.
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