
Con tendencia a la depresión, dejó gran parte de su dilatado reinado (de los más longevos de la historia de España, al alcanzar más de 45 años) en manos de sus ministros y , en edad más avanzada, en poder de su esposa Isabel de Farnesio.
En Enero de 1724 abdica en su hijo Luis (¡Vaya, hubo un rey de España llamado Luis I!) que reinaría sólo durante siete meses. En los cuales su padre y madre (Felipe e Isabel) seguirían moviendo los hilos del reinado. Tan es así que a la muerte de Luis I (por la viruela), ocurrida en el verano de 1724, Felipe V volivó a suceder a su sucesor, en contra de los derechos de su hijo Fernando.

A su muerte no fue enterrado en El Escorial como sus antecesores en el Reinado. Está enterrado en el Palacio de la Granja, más al gusto para la otra vida de este rey de España que vino de Francia.
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