La utilización de Adobe Photoshop es una de las prácticas más comunes hoy día para mejorar imágenes que presentan algún problema. Niveles, balance de color, máscara de enfoque, etc., son conceptos comunes a fotógrafos digitales que esperan mejorar, algo más, una buena fotografía.
Hoy traigo a este blog una utilización menos conocida de este programa. Las versiones más recientes permiten a los forenses realizar numerosas tareas de interés en sus trabajo diario. Así, de cualquier imagen, es posible comprobar y certificar la autenticidad si se ha empleado para llevar un delincuente ante un tribunal, medirla y determinar la escala de objetos dentro de ella, emplear técnicas no destructivas de tratamiento, aplicar técnicas avanzadas de enfoque según sea origen foto o video,...
Las series de CSI de TV (excelentes, ¿cómo condensar en 50 minutos una historia con tanta acción y tecnología de por medio?) presentan a diario tratamiento avanzado de imágenes en sus capítulos. En muchos casos recurren a plug-ins existentes en el mercado para suplementar la potencia de Photoshop y, en otros casos, emplean la ciencia-ficción para adecuar la realidad a las necesidades argumentales del capítulo. Esto último, menos de lo que pudiera parecer porque el fondo de la tecnología mostrada ya existe y está más cerca de lo que podríamos pensar.
La imagen que traigo hoy aquí la tomé en 2001. Es de las primeras imágenes digitales propias de las que dispongo, tomada en un año en que la tecnología digital estaba en sus inicios y francamente a cierta distancia de las imágenes de película. Sobre las imágenes digitales, una de la cuestiones que más llamaron mi atención, es la facilidad de obtener rápidamente un gran nivel de información de ellas (ejemplo vía Adobe Photoshop).
Un precioso retrato de mi hija, con 4 meses, con un gorro para evitar el frío en su paseo dentro del cochecito. CSI-Mairena ha obtenido información no visible a simple vista: en los ojos de mi hija, tras realizar la ampliación y suavizar el 'aliasing' se puede apreciar la pose del fotógrafo y enlazar el brillo de los ojos con el disparo del flash de la cámara.
Más allá sería emplear la ciencia ficción para identificar al fotógrafo. Que no es otro que quien escribe. Y no hay crimen de por medio.
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