jueves, 9 de abril de 2009

Jueves Santo

Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Ntro. P. Jesús de las Penas y María Santísima de la Estrella (Sevilla).

Evangelio según Lucas, Capítulo XXII.

Se acercaba la fiesta de los Panes sin Levadura, llamada también fiesta de la Pascua. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley no encontraban la manera de hacer desaparecer a Jesús, pues tenían miedo del pueblo. Pero Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, que era uno de los Doce, y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y con los jefes de la policía del Templo sobre el modo de entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y acordaron darle una cantidad de dinero. Judas aceptó el trato y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarlo cuando no estuviera el pueblo.

Llegó el día de la fiesta de los Panes sin Levadura, en que se debía sacrificar el cordero de Pascua. Jesús, por su parte, envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: "Id a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua." Le preguntaron: "¿Dónde quieres que la preparemos?" Jesús les contestó: "Cuando entren en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva un jarro de agua. Seguidlo hasta la casa donde entre y decid al dueño de la casa: El Maestro manda a decirte: ¿Dónde está la pieza en que comeré la Pascua con mis discípulos? El os mostrará una sala grande y amueblada en el piso superior. Preparad allí lo necesario."

Se fueron, pues, y hallaron todo tal como Jesús les había dicho; y prepararon la Pascua.

LA CENA DEL SEÑOR

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo: "Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque, os digo, ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios."

Jesús recibió una copa, dio gracias y les dijo: "Tomad esto y repartidlo entre vosotros, porque os aseguro que ya no volveré a beber del jugo de la uva hasta que llegue el Reino de Dios." Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía." Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: "Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros".

"Sabed que la mano del que me traiciona está aquí conmigo sobre la mesa. El Hijo del Hombre se va por el camino trazado desde antes. Pero ¡pobre del hombre que lo entrega!" Entonces empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos iba a hacer tal cosa.

Luego comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. Pero no será así entre vosotros. Al contrario, el más importante entre vosotros debe portarse como si fuera el último, y el que manda, como si fuera el que sirve. Porque ¿quién es más importante: el que está a la mesa o el que está sirviendo? El que está sentado, por supuesto. Y sin embargo yo estoy entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que han permanecido conmigo, compartiendo mis pruebas. Por eso os doy autoridad como mi Padre me la dio a mí haciéndome rey. Vosotros comeréis y beberéis a mi mesa en mi Reino, y os sentaréis en tronos para gobernar a las doce tribus de Israel. ¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudiros como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos."

Pedro dijo: "Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la prisión y a la muerte." Pero Jesús le respondió: "Yo lo digo, Pedro, que antes de que cante hoy el gallo, habrás negado tres veces que me conoces."

Jesús también les dijo: "Cuando os envié sin cartera ni equipaje ni calzado, ¿os faltó algo?" Ellos contestaron: "Nada." Y Jesús agregó: "Pues ahora, el que tenga cartera, que la tome, y lo mismo el equipaje. Y el que no tenga espada, que venda el manto para comprarse una. Pues os aseguro que tiene que cumplirse en mi persona lo que dice la Escritura: Ha sido contado entre los delincuentes. Ahora bien, todo lo que se refiere a mí está llegando a su fin."

Ellos le dijeron: "Mira, Señor, aquí hay dos espadas." El les respondió: "¡Basta ya!" .

JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al lugar, les dijo: "Orad para que no caigáis en la tentación." Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba con estas palabras: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya."

Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo. Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. Les dijo: "¿Dormís? Levantaos y orad para que no caigáis en la tentación."

Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercaba a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?". Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: "Maestro, ¿sacamos la espada?" Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: "¡Basta ya!" Y tocando la oreja del hombre, lo sanó.

Jesús se dirigió después a los que habían venido a tomarlo preso, a los jefes de los sacerdotes, de la policía del Templo y de los judíos y les dijo: "Tal vez buscáis a un ladrón, y por eso habéis venido a detenerme con espadas y palos. ¿Por qué no me detuvisteis cuando día tras día estaba entre vosotros en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de vosotros."

JESÚS ES PROCESADO

Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron; Pedro los seguía a distancia. Prendieron un fuego en medio del patio y luego se sentaron alrededor; Pedro también se acercó y se sentó entre ellos. Como estaba ahí sentado en la claridad del fuego, una muchachita de la casa lo vio y, después de mirarlo, dijo: "Este también estaba con él" . Pero él lo negó diciendo: "Mujer, yo no lo conozco."

Momentos después otro exclamó al verlo: "Tú también eres uno de ellos." Pero Pedro respondió: "No, hombre, no lo soy." Como una hora más tarde, otro afirmaba: "Seguramente éste estaba con él, pues además es galileo." De nuevo Pedro lo negó diciendo: "Amigo, no sé de qué hablas."

Todavía estaba hablando cuando un gallo cantó. El Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro. Y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: "Antes de que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces." Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Los hombres que custodiaban a Jesús empezaron a burlarse de él y a darle golpes. Le cubrieron la cara, y después le preguntaban: ¿Adivina quién te pegó.? Y proferían toda clase de insultos contra él.

Versículos del 1 al 64.